FILOSOFÍA DE UNA CANCIÓN 01/03/2023

SAN FRANCISCO Y EL LOBO Y LA RELACIÓN ENTRE SER HUMANO Y EL RESTO DE LOS ANIMALES.

Desde muy antiguo el ser humano se estableció una dominación para con los otros seres vivientes que lo rodeaban. Esta situación era justificada, a grandes rasgos, por dos posturas. Por un lado la que establecía la cercanía entre el Hombre y Dios, la variante religiosa, en tanto el primero está dotado de alma eterna encerrada en un cuerpo finito, que lo hace la criatura preferida de ese Dios, y lo autoriza a poseer los frutos del mundo para satisfacer sus necesidades, entre los cuales se encuentran el resto de los animales. Por otro, correspondiendo al mundo moderno, la capacidad racional del ser humano, superior a la del resto de los animales lo autorizaba a servirse de ellos, a utilizarlos a su antojo como un objeto más. No es casualidad que esta última postura coincida con el inicio de la expansión del ser humano por explotar el mundo natural, desde el siglo XVIII en adelante.

Hoy en día tales posturas han sido revisadas y criticadas en todos lados, y ya nadie puede reclamar que el ser humano tenga un derecho superior por sobre el resto del mundo animal, amén de las diferencias específicas que hacen al homo sapiens el ser más desarrollado.A la luz de estas críticas, diversos movimientos activistas consiguieron sentar sus planteos en la sociedad de masas, lo que hasta no hace muchos años era impensable.

San Francisco y el Lobo puede verse como una constelación donde se cifran un poco estas cuestiones. Lebón habla del lobo “salvaje y cruel” que luego se vuelve dócil pero que finalmente regresará a las oscuridades del bosque maltratado por el humano. Al margen de la identificación entre lo natural con lo salvaje y cruel, la crítica es muy similar a la que cualquier documental pone en el final: la culpa de lo malo es del humano que destruye todo y no puede cuidar nada. Es una postura que quizás tenga algo de cierto pero no deja de ser un golpe de efecto, un lugar común y fácil. Pero el problema quedaría ahí si no fuese porque tal postura ante el accionar humano está teniendo también sus correlatos en la realidad. También en un documental nuevo vi como una mujer, muy progresista y moderna, le enseñaba a su gato a no cazar pajaritos, a ser por decirlo a sí un felino herbívoro. También en la pesca se ve una sobreactuación para las cámaras de la devolución de los ejemplares vivos. Las  preguntas que se abren en todo esto es ¿es esto una nueva y sana relación de cuidado con el entorno? ¿Hasta qué punto es dable intervenir? ¿Es respetar al otro sacarle su animalidad de un plumazo, sus códigos constuidos durante milenios? ¿Es necesario convertir a todo en humano? ¿Puede cualquier animal ser convertido en mascota? ¿Es justo eso? Acaso se esconde un humanismo nuevo y cruel bajo esas formas, y uno que a la dominación le agrega un elemento culposo. Una hipótesis, nomás.

VOLVER Y EL TIEMPO (Filosofía de una canción 22/2/2023)

Nac&Pop Radio 88.1, Cañuelas, Pcia. de Bs. As.

El tiempo es otro de los grandes enigmas que se nos abren en la existencia humana. Y como tal, la filosofía desde sus comienzos indagó sobre el tema. En general, se conoce la frase de San Agustín, filósofo medieval, que sostiene algo así como que sabemos lo que es el tiempo cuando lo vivimos pero cuando nos ponemos a reflexionar sobre ello empiezan los problemas. Se podría decir lo mismo de otros temas, claro, por caso el amor; pero el tiempo tiene además la propiedad de que implica el propio momento de la reflexión e implica a la persona que está reflexionando sobre ello. En este sentido podemos arriesgar que el tiempo no es aquello que marcan los relojes ni el almanaque, no es esa medición; hubo tiempo antes de que existan estos mecanismos y estas herramientas. ¿Qué es el tiempo entonces? No hace mucho que la física hizo su aporte postulando la teoría del big bang, esto que parece novedoso puede ser visto simplemente como una actualización con mas datos y mediciones de las antiguas teorías teológicas: el soplo de Dios, la creación, etc. El núcleo es el mismo, un momento sin tiempo, eterno, y algunos eventos que desencadenan el universo y con él el tiempo como sucesión en tanto este universo se expande. Otras preguntas caberían acá ¿en donde se expande el Universo si no hay nada por fuera de él? pero que si bien son interesantísimas no vienen quizás al caso; rápido, podríamos pensar que la lógica de lo que es infinito es distinta a lo de los mortales, algo que suena lógico, matemático y científico pero que tambien fue esbozado por las denostadas metafísicas hace siglos.

Desde la percepción consciente, desde el más acá, sin embargo percibimos el tiempo como viniendo hacia nosotros. Para ser correctos solemos tener una doble sensibilidad, sentimos la sucesión el paso del tiempo en el cuerpo que se hace más viejo, y a su vez percibimos que el futuro es lo que viene, se presentifica y luego se convierte en pasado alejándose. Espera, vivencia y memoria o recuerdo serían esos tres momentos de la percepción del tiempo. Ese ciclo sucede en todo momento en nuestra conciencia sin pausa, pensar en ello sin descanso nos volvería locos.

¿Pero es sólo sucesión el tiempo? Supongamos una melodía. Un sonido llega, luego otro, luego otro más. Si sólo fuera por la sucesión no podríamos darle sentido a eso, la conciencia necesita de la memoria para poder articular, darle forma, coherencia a eso que escucha e incluso esperar ciertos “futuros” y no otros, de acuerdo a lo ya aprehendido. Mientras escucho la melodía, la espero, no la creo en la conciencia, no creo ese destino, solo me sumerjo en el, lo acepto, de alguna manera. De ahí alguien podría decir, haciendo no muchos malabares retóricos, que el tiempo es circular o que ya está escrito, que rueda y se nos viene, o que es espiral. De hecho, la cultura, por ejemplo, suele tener una movilidad espiralada en lo temporal repitiéndose las modas de otros momentos pero en momentos distintos de la sucesión. Más aún, muchas culturas, actuales incluso, creen que el tiempo es una víbora que se come la cabeza a sí misma, que todo se repite hasta que algo divino marca el fín. Se puede vivir muy bien y ser exitoso en el siglo XXI con esa idea.

Como sea, hay “momentos” en los cuales pareciera que se rompe la sucesión, que nos parece estar en lugares donde ya estuvimos o en otro tiempo. Uno puede andar por una calle tranquila de un pueblo, a la siesta silenciosa, pasar por algunas casas viejas bien mantenidas y creer por un instante que estamos en 1914 o 1890. Borges trabajó mucho esa idea. Pero no es necesaria, desgraciadamente, tanta poesía: lo deja vú nos informan a diario algo similar.

Creo que el tango “Volver” plantea muchas de estas preguntas y otras mejores. El personaje de la canción que llega a un sitio donde ya estuvo hace un tiempo parece percibir la interrupción de la sucesión y abrirsele, al menos, el interrogante de qué es el tiempo entonces “que veinte años no es nada”. No obstante la idea final que redondea el tango sea la conclusión de que es imposible el retorno, porque se vuelve con canas, se vuelve con otra experiencia, se vuelve siendo otro; y se genera ahí la melancolía, ese sentimiento tan caro al tango. Borges, que odiaba el tango por este rasgo y a los italianos que lo cantaban por otra cosa, llega también a pesar suyo a las mismas conclusiones. En Nueva Refutación del Tiempo escribe:

And yet, and yet … Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino no es espantoso por irreal: es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo desgraciadamente es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.

Por último, Dolina, borgeano y tanguero, señala la imposibilidad del regreso y además agrega que el dolor de un desamor radica en gran parte en el sentimiento subconciente o callado de que inevitablemente la sucesión del universo nos arrastrará hacia adelante, y vamos a olvidar esos momentos felices con quien amamos, y eso es terrible e insoportable.

NUEVAS FECHAS

2023 vino picante. A la excelente fecha del pasado 7 de febrero en Monte Hermoso se agregaron dos más:

-25/02 en el centro cultural Volveré, Cañuelas junto a El Enemigo. A la gorra.

-18 de Marzo, en Juana de Arco, Cañuelas, presentando el nuevo disco.

La semana entrante estarán los tickets a la venta.

Filosofía de una canción.

Desde fines de diciembre vengo colaborando en el programa radial “Qué mirá bobo?” de Daniel Roncoli con esta columna donde intentamos exprimir algunas canciones, hablar de más, jugar un poco. A veces lo grabo y otras no. Voy a intentar subir los textos de todas las ediciones. Acá va uno.

SOBRE LA ESENCIA (“Filosofía de una canción” del programa radial “¿Qué mirá bobo?” emitido el 03/02/2023

Quizás entre las secciones superiores de la no tan larga lista de conceptos centrales de la filosofía y el pensamiento se encuentra el concepto de esencia. La lengua corriente mienta a lo esencial en todo momento: “trae la carne que es esencial”, “no te olvides la pelota que es lo esencial”, “la esencia de lo argentino es…”, “tenés que ser fiel a tu esencia”, etc. 

¿Pero qué significa este concepto? Más allá de las muchas formulaciones desarrolladas a nivel histórico se podría resumir que la esencia es conformada por aquellos caracteres que hacen que una cosa sea eso y se distinga de otra. Una trompeta de un perro, una casa de una pintura ruprestre, una civilización de otra, un rumiante de un felino.  Como la esencia entrega lo que distingue a una cosa tiene una relación estrecha con la verdad y así en cierta forma con la ciencia: aún hoy, con muchos matices, hay disciplinas que creen alcanzar ciertas esencias a través de sus descubrimientos.

Entonces conocer la esencia de algo es conocer ese algo. Pero acá se abren otras preguntas ¿cómo accedemos a ese conocimiento? ¿quién accede? ¿de qué está hecho ese objeto de estudio? Las dos primeras preguntas son extremadamente complicadas y no es este el lugar para desarrollar esas respuestas. Pero además dependen de una afirmación previa que tampoco es segura, la idea de que hay esencias y que son accesibles. La tercer pregunta en general se puede sintetizar entre los que creen que las esencias son cosas invisibles pero accesibles, ajenas a las cualidades sensibles de la cosa y aquellos que creen que la esencia es un compuesto, una mezcla de forma y apariencia. El alma clásica puede ser un ejemplo del primer tipo y el inconsciente puede ser del segundo tipo.

Grosso modo, podemos decir que hay tres posturas éticas frente al concepto de esencia. La de aquellos que creen que es inmutable y no cambia, como por ejemplo “la esencia de lo argentino se dio en el pasado por eso es vestirse de gaucho”, la de aquellos que creen que la esencia es una constelación cambiante que tiene cortes y permanencias temporarias y, por último, los que sostienen que las esencias no existen y además pensar en ellas es retrógrado en tanto implican jerarquizaciones y por lo tanto exclusiones. No sin matices soy partidario de la segunda opción. Como sea, pensamos y buscamos esencias. Quizás el mismo lenguaje, que jerarquiza un sujeto al cual se le agregan predicados de segundo orden, nos acostumbró a ese movimiento.

¿Cómo se relaciona la canción de Juango con este concepto? Me parece que Boulevard toca una esencia. A través del ritmo cansino de sus guitarras, de la voz tranquila y relajada de Leandro, del sonido apagado y cálido que le dan las cintas al teclado y al bombo, de las reverberaciones del sólo de guitarra se logra acceder a una instancia esencial. ¿Y cuál es? Creo que es la esencia de las ciudades/pueblos del interior que se abre en las siestas de verano. Evidentemente la poesía hace su trabajo desde la primera frase (“el pueblo termina en el boulevard…”) continua a las guitarras que ya abrieron el camino. Sólo con esas palabras y en el contexto de su música Juango nos lleva a esa verdad que permanece y al mismo tiempo se adapta al paso del tiempo.  “Boulevard” habla del silencio levemente interrumpido, del sonido cercano de los pájaros y las cigarras que contrapuntea con alguna desmalezadora, una moto o un auto más o menos lejano; habla del espacio que todavía tenemos en estas ciudades, y por lo tanto habla también del tiempo, ese espacio en sucesión para hacer cosas. Habla también, por comparación, con la otra urbe gigante que tiene otras virtudes pero donde ya no están esos elementos.  

Juango es de Capital Federal; en esta oportunidad la distancia proporcionó la herramienta justa para producir la poesía y a nosotros, los de la campaña, ver algo que sabemos y vivimos -y que a veces olvidamos- pero en otro contexto, en una canción, otorgando con ello el extrañamiento, la sacudida, que nos refresca el criterio por el cual elegimos pasar nuestras vidas de este lado del mundo.

“Adviento”, primer adelanto de un nuevo disco

Hace unos quince días salió esta canción “Adviento” que es otra versión de la que ya había enviado en el último Newsletter. Es un adelanto del nuevo disco que estoy preparando a una velocidad tranquila pero segura. ¿De qué habla? Bueno, creo que está bastante claro el título: la espera de algo milagroso, algo que viene a cambiarnos la vida, a movernos. Esa espera es una pregunta y un entusiasmo, la angustia por no saber si uno estará a la altura y el entusiasmo por intentarlo, por vivir, también, las nuevas emociones. La vivencia personal no se si es lo importante, más que para uno (¿intentaron sacarle una foto a la luna que ustedes están viendo? la vivencia no se traduce) sí el sentido que cada uno le pueda dar a eso. Espero lo disfruten.

Nuevo simple

En la noche de ayer viernes 26 de febrero envié un nuevo simple a los suscriptos al newsletter. Son tres canciones adelanto de un nuevo disco que estoy preparando para este año. Iban a ser dos pero esta semana jugando con mi hija Lola inventamos una más. La arreglé un poco y me gustó la idea de incluirla porque cierran o hacen sistema con el concepto del simple. Así que los créditos van para ella también. Les dejo la tapa. En unos diez días estará disponible para todos. Si lo querés antes suscribite dejando tu mail.

Apología del Mar Argentino (y del ser humano).

Publicado originalmente en Revista La Acacia

Más cerca de lo incontenible que de lo prolijo, más cerca de lo sublime que de la belleza, tiene la Provincia de Buenos Aires otra llanura interminable allende a la terrestre. Esa pampa marina como un anfitrión silencioso, cada año nos invita a sumergirnos en su inmensidad y nos absorbe por completo. Pareciera  ofrecernos un enigma impostergable a descifrar, tarea a la que buena parte de los bonaerenses dedicamos un tiempo año a año. Astrada, filósofo argentino un poco místico, veía en ambas pampas una pregunta abierta que a veces angustia aunque “también” calma: ¿Qué nos quieren decir esas extensiones infinitas, sin interrupciones, llanas?

Como sea y amén de la metafísica, todos los veranos millones de personas se acercan a sus costas. Portugueses e italianos cargados de bártulos se sientan en reposeras picadas por la salitre y pasan el día observando el camino que trajo a los suyos hace mucho tiempo; como haciendo una suerte de katarsis anual y calmando el deseo arcaico del regreso a la tierra antigua.

El mar espera y a veces cobija, a veces no. Ir a la playa en la Provincia de Buenos Aires implica consultar el clima en varias etapas. No basta con la temperatura, hace falta mirar la dirección del viento, la velocidad y tal vez la tabla de mareas, para ver si contaremos o no con buen espacio para desarrollar la jornada.

Por el desafío de sus aguas y sus vientos cambiantes, los bañeros quieren tener al menos un verano de acción acá. Hace un tiempo uno me dijo que Ibiza “todo bien”, pero es una “lagunita”. El mar de Europa está atravesado por la Historia. Tiene mitos que surgen de él, tiene guerras memorables, tuvo épicas. Está vallado por la lógica. Quizás también el mar del Caribe, con la presencia grande del cine americano y, en todo caso, interrumpido por las islas que cortan el devaneo del pensamiento. El mar argentino no. La cultura humana (árboles plantados, crecidos y cuidados, machimbre y saligna, albañilería sólida, sospecha, humor, nietos, aviones que pasan haciendo publicidades básicas con banderas, vendedores de oficio, sindicatos de bañeros) muere donde rompen las olas. En líneas generales, sus aguas carecen de la letra, el trabajo y el pie humano. Está hecho de lo básico: inmensidad interminable, espera, verdad.

Se podría decir que esa es su cualidad, ese su encanto, y el disfrute de tal rasgo es algo que nos unifica a los que lo amamos. Pero quizás parte faltante de su enigma sea abordarlo en beneficio de la comunidad humana que le rinde culto preciso y honrado. Carlos Astrada –otra vez- sostenía que las pampas aguardán nuestra mano, para que los sembremos con criterio, para que aprovechemos sus frutos y sean inseparablemente nuestras en un escalón superior a las obligaciones nacionales meramente cartográficas, no sólo un territorio más sino parte de nuestro hogar. Ahora, es cierto, la dificultad aparece a primera vista ¿cómo hacer para domar lo que en su propia esencia se muestra ingobernable? Sin embargo la tierra fue, aún con insuficiencia, poblada. Ahí están los árboles, las casas, la cultura de la que ya hablamos. Pero el mar espera aún ofrecer lo suyo.  

II

Hace siglos Spinoza, otro filósofo, planteaba algo así como que toda la realidad es Dios (también llamado la “Sustancia”). Es conocido que esa afirmación le valió acusaciones, insultos, persecuciones e investigaciones sumarias. El argumento en contra, generalmente católico, sostenía algo que no está tan mal: aquello que es el Creador de las cosas no puede ser identificado con la cosa creada.

Pero si hay algo que mantuvo viva a la filosofía de Spinoza es esa invención, en tanto mantiene la posibilidad de reemplazar tal concepto de Dios o Sustancia por otros como Naturaleza o Universo: donde dice Dios/Sustancia, lea Universo/Naturaleza. Y ahí la cosa ya no molesta tanto. Pero además ese juego vuelve a la teoría actualizable a la luz de las ciencias y también de contextos históricos más laicos.

Quedémonos con ese aggiornamiento y llamemos Naturaleza o Universo a la Sustancia. En tal caso nosotros seríamos solo partes pequeñas y finitas pertenecientes a esa Naturaleza/Universo. Y así las cosas del mundo, los materiales, una idea, una señal de radio, un árbol. Estamos hechos del polvo de las estrellas.

Ahora bien, cuando bajamos un concepto de esa manera se siente el ruido, se ven los clavos. Pasar del Universo a una idea sobre cómo elegir precios es demasiado brusco. ¿Qué elemento del orbe nos puede ayudar a completar o ilustrar? Me parece una buena idea pensar y volver al mar. Y particularmente al mar argentino, que como dijimos ahí está, primitivo, callado, indomable. Su imagen se asemeja a una metáfora sobre lo infinito del universo, nos ayuda a entender la posibilidad cierta de esa idea.

Pero por otro lado -y coherentemente- la teoría spinozista agrega que de los sentimientos y opiniones de la Sustancia no podemos saber nada, nos excede. Forzando un poco, el Dr Manhattan en Watchmen afirmaba algo similar. Al universo no le importa lo que opines ni de él ni de nadie. La naturaleza no tiene metáforas, no se pone triste, no se queja, no tiene miedo ni tampoco valentía. No es humana. Solo permanece siendo ella misma, una y otra vez como esas olas que no paran de generarse en la primer y segunda rompiente. El mar no llora. ¿Para qué entonces este largo y tedioso escrito si no se puede decir nada? Porque a pesar de lo que diga la filosofía y la coherencia (¿qué otra cosa son las ideologías sino un intento extremo y paranoico de establecer coherencias?), ahí donde termina la lógica, la razón, nos queda lo más humano que se puede hacer frente a un objeto: usar la imaginación. Me gusta imaginar que podemos encontrar algo así como la esencia del mar argentino en esa permanencia ajena a nosotros que marca Spinoza, ese obligarnos a reconocernos finitos, terminables.  Pero también me gusta imaginar la posibilidad de que ese mar todavía nos puede abrir -con el trabajo creativo, lento y respetuoso- una comunidad más imaginativa, más feliz para el tiempo pequeño que estemos acá. Porque hay que decirlo –y de alguna manera vuelvo al filósofo o al Dr. Manhattan-, el mar, impasible, nos va a sobrevivir, como escribía Juan Terranova hace unos años y como la pampa terrenal lo hizo a los gliptodontes y otras bestias. Pero agrego: nos va a llevar puestos y va a estar ahí cuando de las discusiones entre ecologistas adictos al litio y a los aviones con aceleracionistas melancólicos de los libros en papel y los cuadernos no quede ni una leve memoria en el aire. Ya tendrá tiempo el universo de vérselas a solas consigo mismo, ahora es el momento, ínfimo, de los humanos.   

BESTIARIO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (PARTE I).

Conversación sobre el Tríptico del Niño en Revista La Acacia.

Los amigos de Revista La Acacia organizaron esta conversa hace unas semanas acerca del Trítptico. Hablamos de todo, incluso de Spinetta y de Vox Dei. La frase que resume “me gusta la milonga surera no puedo levantar mucho la bandera de la originalidad que digamos”, o algo así. Espero que la disfruten. De paso pispeen la revista que está genial.